esperemos que todo el drma y las tragedias ocurridas con la tormenta Filomena sean consecuentes con el dicho y nos traigan una primavera y un verano esplendorosos!
Así se lo merecen todos aquellos que cuidan del campo y nuestros jardines!
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Enero de nieves, año de bienes
“En las mañanas de enero, ni se dan los buenos días, ni se quita el sombrero”.
Este mes es el de las esperanzas. Esperanza de año nuevo, de año bueno, de buena cosecha en el aspecto material, y sobre todo en el espiritual. Muchas de esas esperanzas las dicta la nieve caída, que se transformará en abastecimiento seguro de agua durante la canícula.
Comienza el año, pero eso no va con el huerto, en el que ya asoman los ajos y las habas; ni con el jardín en el que aparecen los enormes botones florales de camelias y rododendros para abrir dentro de nada. Si tuviéramos que definir un comienzo de año vegetal, ese sería, sin duda, septiembre; pero en todo jardín bien proyectado y diseñado, pensando siempre en especies resistentes y felices en la zona, siempre se está moviendo algo, aún en un crudo mes lleno de heladas.
Tal vez la noticia de cabecera en enero, el titular con grandes negritas, sea: los días han comenzado a alargarse, la frase de Paul Simon “un día de invierno en un profundo y oscuro diciembre” ha comenzado a diluirse; lentamente para los pesimistas y de manera rápida e imparable para los optimistas como tú, espero.
¿Qué está pasando?
Aunque febrero es el mes en el que se registran las temperaturas mínimas más bajas, en ocasiones menos de 10 grados bajo cero, enero es, seguido de diciembre, el mes más frío del año. Lo atestiguan las temperaturas medias de medias, que son las que denotan el frío total de un mes. Por lo demás, enero es el mes con mayor número de días de helada, el segundo en días de nieve, el segundo en humedad y, cómo no, también el segundo en nieblas. En resumen, un mes frío y duro que, sin duda, endurecerá tus plantas para que en primavera resulten la sensación de los alrededores.
Ahora mismo:
- Buen momento para las bayas. Aunque estamos más que acostumbrados a las bayas rojas (madroños, espinos, acebos, piracanta, etc.), tienes a tu disposición algunas… ¡en blanco! para cambiar y combinar colores de invierno en tu jardín. Por ejemplo, esta de la imagen es las “bolitas de nieve” o “lágrimas de la Virgen” (Symphoricarpos albus “White Hedge”), delicioso arbusto, rústico y polivalente, que te aconsejamos vivamente, a pesar de que cada vez es más difícil de encontrar…

- Van fructificando los nísperos. desde el mes pasado, no hubo mejor aroma en el jardín que el de los nísperos del Japón (Eryobotrya japónica). Sus racimos de floración en día corto sorprenden siempre en cuanto llegan los fríos y oscuros días del otoño. Ahora están en plena fructificación y no vendría mal una protección suplementaria en forma de tapado con bolsones de plástico individuales por ramas.

- Se asientan las lluvias, máxima riqueza. Si todo es normal (de momento el año viene muy “normal”, es decir, de maravilla), las lluvias regarán campos y jardines con benevolencia y asiduidad. Si cuentas con pluviómetro (aparato para recoger y medir las lluvias) en tu jardín, podrás comprobar su volumen. A partir de 6-7 litros por metro cuadrado, pueden considerarse copiosas.
¿Qué va a pasar?
El estanque está helado, las tuberías de agua vacías para evitar que el hielo las reviente, las herramientas y máquinas en el cobertizo esperando mejores tiempos. Toca sólo descansar y disfrutar, contemplando la paz y el sosiego del jardín de invierno, aunque algo nos inventaremos nosotros para que te distraigas en este mes con los sanos y gratificantes trabajos del jardinero. Y no olvides…
- Algunas plagas no descansan… Como esta cochinilla gigante de la fotografía: cochinilla acanalada (Iceria purchasi), Coccido proveniente de Australia que seguramente entró en España a lomos de alguna mimosa (Acacia dealbata) importada de ese país y se ha asentado de forma segura y permanente en el nuestro. Debes tratarla con algodones o trapos impregnados en alcohol de ginebra (agua y ginebra al 50%), o aplicando al huésped (en este caso un laurel), un insecticida anticochinillas apropiado.

- No te alarmes ante los marcescentes. Algunas especies arbóreas cuentan con la propiedad de conservar sus hojas secas durante el invierno. Es una forma muy efectiva de protegerse de los fríos y las heladas más fuertes, denominada marcescencia. Es el caso de muchas fagáceas: hayas, quejigos… o los robles de la fotografía. A veces, el aficionado cree que el árbol se ha secado o sufre, y es todo lo contrario lo que está pasando: todo va perfectamente.
Caerán piñas… y las guardarás para la chimenea. No abandones a su suerte las piñas caídas de los pinos piñoneros (Pinus pinea), constituyen el mejor combustible inicial para un buen fuego. Utilizadas sobre el papel, arden con inmediatez y gran duración, haciendo combustir los troncos dispuestos sobre ellas. Un buen cajón de piñas es siempre un estupendo recurso para la chimenea. Y si no, puedes decorarlas, pintándolas con purpurina…

Pinus pinea.